Mas floja estuvo la ejecución del concierto para piano y orquesta en la menor, Opus 54 de Schumann, por el mal acoplamiento del solista Javier Periánes a la Orquesta en algunas fases del concierto, especialmente en el primero y tercer movimiento, en los cuales este iba por delante de la Agrupación.
Pero la segunda parte fue otra cosa. La obra Salomé de Strauss y mas concretamente La Danza de los Siete Velos en su Escena Final con la participación de Camilla Nylund somo soprano además de la potentísima Orquesta al completo lograron la admiración y el asombro de todos los oyentes. Que esta enorme orquesta suene como un instrumento único es merito de la excelente dirección musical de la misma (Lorin Maazel es su director musical), y de la estupenda dirección que a esta obra le dio el Maestro Mehta. Dentro de la formación a destacar la perfecta ejecución del concertino, así como la sección de viento y mencionando los trombones y en especial los trombones bajo y contrabajo.
Y finalmente le toca el turno a la espléndida Soprano Nylund, cantante de corte Wagneriano, con voz potente que nunca desapareció ni en los momentos en los que la Orquesta arreciaba a plena potencia. La fuerza de su voz, la intensidad de su interpretación, la generosidad en el esfuerzo en definitiva, hizo que el público asistente le regalara los mejores aplausos.
